Por Oscar del Rio, Psicólogo deportivo de la Real Federación Española de Golf y fundador de ODR.
Una de los comentarios más habituales de nuestros hijos/as después de un campeonato suele ser “no he jugado a mi nivel, no he jugado como yo se jugar”. A veces este comentario va acompañado de la coletilla: “he jugado muy presionado/a”
Estos comentarios se mezclan con la decepción y frustración sobre todo teniendo en cuentan la ilusión y el esfuerzo que han puesto en los entrenamientos para conseguir un buen resultado en la competición.
Veamos cómo podemos ayudar como padres a que nuestros hijos no salgan tan presionados y puedan jugar como ellos saben y se diviertan mientras compiten.
A qué van nuestros hijos/as a la competición
A menudo pregunto a los chicos/as en las concentraciones y clinics ¿cuáles suelen ser vuestros objetivos cuando competís? Las respuestas van desde ganar, quedar entre los 10 primeros, bajar hándicap, hasta conseguir puntos para el ranking nacional o autonómico. Rara vez la respuesta es “jugar bien al golf”. En las primeras respuestas los jugadores están centrados en el resultado que quieren conseguir o en las consecuencias de conseguir un buen resultado como bajar hándicap o conseguir puntos en el ranking.
Cuando un jugador/a solamente se preocupa por el resultado y solamente tiene en la cabeza la clasificación, el hándicap o los puntos del ranking es muy normal que sienta bastante incertidumbre y miedo a no conseguirlo. El logro de su objetivo de resultado no está bajo su control y va a depender de lo que hagan el resto de competidores. Esto puede provocar que su concentración en vez de estar en su juego, en lo que debe de hacer en cada momento, esté en el resultado, en sí va bien o mal y en el resto de jugadores. Es decir que no está a lo suyo ni en lo que debe de hacer para jugar bien al golf.
Por el contrario, cuando el objetivo de la competición es “jugar bien al golf, jugar como ellos saben, a su nivel”, es mucho más fácil que se concentren en lo suyo ya que el logro de este objetivo solamente depende de ellos mismos y no de lo que hagan los demás y que no estén tan influidos mental y emocionalmente por los demás jugadores de la competición.
Es evidente que como norma general sentirá más presión aquel jugador/a que está más pendiente del resultado y de los demás que aquel que es capaz de centrarse en “jugar al golf, ir a lo suyo y centrado en lo que debe de hacer en cada momento de la competición”.
Y qué es jugar al golf
La siguiente pregunta que les hago a los chicos/as es: qué es jugar bien al golf. De nuevo las respuestas suelen ser muy variadas: hacer los menos golpes posibles, fallar por los sitios buenos, etc. Cuando les digo cómo explicarían qué es jugar al golf a alguien que no sabe nada de golf es cuando salen los tres puntos clave: bola, palo y objetivo: enviar una bola con un palo a un objetivo que hemos elegido.
Algunos de vuestros hijos quizás sueñen con ser buenos jugadores/as de golf. Y a qué se dedican los jugadores/as de golf: a jugar al golf. Entonces lo que debe de hacer cualquier joven que tenga la ilusión de ser jugador/a de golf es aprender a jugar bien al golf. Entonces, ¿Por qué suena tan raro que un jugador vaya a una competición a jugar bien al golf y por qué son tan pocos los chicos/as que están pensando principalmente en jugar bien al golf cuándo van a una competición, sobre todo en las competiciones importantes?
El gráfico 1 podemos ver las dos zonas de las que estamos hablando. En la parte central está el juego del golf: bola-palo y objetivo. En el círculo exterior están factores como el resultado, los objetivos a corto plazo y largo plazo, el ranking, las posibles becas, las expectativas de nuestros hijos, las expectativas nuestras como padres, las expectativas de los técnicos, y todas las personas que están alrededor del juego y que en el gráfico he resumido como “los demás”.
Fíjese que todos los factores del círculo exterior son elementos que están alrededor del juego pero no son el golf sino que son las consecuencias de jugar al golf bien, mal o regular. Un buen resultado, el ganar una competición, el lograr entrar en los equipos autonómicos no son más que las consecuencias de cómo juega cada jugador/a.
Cuando el jugador está más pendiente de las consecuencias del juego que del propio juego lo normal es que rinda muy por debajo de sus posibilidades al estar en un segundo plano el juego y en primer plano el resultado.
¿Qué es la presión?
Podemos definir la presión como la influencia que ejercen sobre nuestras emociones los factores que hay alrededor del juego del golf. Estos factores forman parte de la competición y no se pueden eliminar. En los entrenamientos no aparece la presión ya que el resultado no tiene consecuencias sobre el ranking, la clasificación o el hándicap. Sin embargo, el día de la competición el resultado sí que va a tener su influencia en todos esos aspectos, por lo que los jugadores/as, nuestros hijos deben de aprender a gestionar todos estos factores para que les influyan lo menos posible en su juego. Cuando un jugador se preocupa en exceso del resultado o de la clasificación es muy fácil que salga a jugar muy presionado provocando exceso de nervios, de tensión muscular, dificultad para concentrarse en el juego, dificultad para ver bien los golpes que debe de jugar o para tomar buenas decisiones. Evidentemente cuando esto sucede, lo normal es que se rinda muy por debajo del nivel habitual en los entrenamientos y a veces, lamentablemente, como si se le hubiera olvidado jugar al golf.
¿Qué podemos hacer como padres para que no jueguen con exceso de presión?
Lo primero es ser conscientes de que nuestros hijos son los que más desean conseguir un buen resultado, estar en lo más alto de la clasificación o que sean llamados para representar a su comunidad autónoma. Por tanto, es muy fácil que desde el principio estén más centrados en el resultado que en jugar bien al golf. Su mente les dice que deben de centrarse en el juego, pero sus emociones muchas veces les llevan a estar demasiado pendientes del resultado y sus consecuencias. Por ello debemos de ser conscientes de que ellos mismos ya llevan una buena carga de presión que ellos mismos se imponen: el deseo y las ganas de conseguir un buen resultado.
Si nosotros, como padres, añadimos más presión a la que ya tienen por ellos mismos, hablándoles y dirigiendo su atención hacia los resultados, la clasificación, lo que esperamos de ellos en forma de resultado, equipos, becas o comparándoles con otros jugadores/as es muy fácil que nuestro hijo salga con mayor carga de presión de la que sabe gestionar y aguantar.
Sugerencias
Dirigir la atención-concentración de nuestros hijos hacia el golf, hacia el juego y no hacia los aspectos de alrededor del juego. Intentar hacerles ver y que comprendan que el resultado es consecuencia de cómo ellos jueguen y que por tanto cuando vayan a la competición se deben de ocupar de jugar al golf como ellos saben en vez de preocuparse por los demás, por el resultado o la clasificación. Intentar evitar por nuestra parte incidir en el resultado o en lo que esperamos de ellos a nivel de resultado como por ejemplo: “con lo que bien que estás jugando, puedes quedar entre los 5 primeros”. Este tipo de comentarios los solemos hacer para dar confianza a nuestros hijos pero pueden tener el efecto contrario generando presión ya que nuestro hijo puede pensar: “mi padre/madre espera que quede entre los 5 primeros y si no quedo entre los 5 primeros le voy a defraudar”.
Cada hijo es un mundo y no se puede generalizar, por eso hay que conocer muy bien cómo pueden afectar nuestros comentarios de resultado a nuestro hijo/a antes de hacerlos.
Darles confianza recordándoles sus puntos fuertes y que dadas todas esas características lo único que debe de hacer es “salir a jugar y centrarse en bola-palo y objetivo”. Le daremos confianza pero no por su capacidad para hacer un buen resultado sino por su capacidad para jugar bien al golf.
Conseguir reducir el miedo de nuestros hijos a que las cosas salgan mal. A veces nuestros hijos salen con miedo a que las cosas no salgan como ellos y como nosotros mismos deseamos. Este miedo cuando es muy intenso también bloquea la capacidad para jugar como ellos saben hacer.
Como regla básica debemos de hacerles entender que los errores y los malos días forman parte del proceso de aprendizaje del jugador, que se aprende más de los días malos que de los buenos y que para llegar a ser un buen jugador de golf hay que tener tantos días malos como buenos.
Evidentemente si al primero que le preocupa que mi hijo no consiga un buen resultado es a mí, va a ser imposible que yo le transmita tranquilidad y confianza. Lo que le trasmitiré por mi lenguaje no verbal y emocional será mi preocupación y mi hijo/a la percibirá, sin duda. Además puede interpretar que si estoy preocupado por si sale un mal resultado es síntoma de que no confío en él y que si su padre/madre está preocupado entonces él mismo también debería de preocuparse.
Soy consciente de la dificultad de llevar a la práctica estas sugerencias y que cada hijo/a es diferente al resto y que por tanto las generalizaciones no siempre son ciertas. A pesar de esto, espero y deseo que estas líneas les ayuden en la difícil tarea de conseguir que sus hijos jueguen como saben, compitan a su máximo nivel y sobre todo que disfruten jugando al golf y que de ello se puedan beneficiar tanto para su desarrollo deportivo como personal.